Agradezco infinitamente el trabajo de traducción
en el Poema de Calicanto
al poeta Ramiro Oviedo,
también, por permitir que mi charla sobre Cine Mexicano
hiciera eco entre colegas académicos
de distintas universidades de Francia,
y abrirme las puertas para ser escuchado
en la Casa de México en París.
A Natalia Bustamante,
allá en Montpellier, en el sur de Francia,
por su trabajo y dedicación
en el resto de poemas.